TEA y desregulaciones emocionales y conductuales: similares pero no iguales
La conversación sobre inclusión en los colegios es esencial ya que constituye un desafío permanente que debe ser abordado responsablemente. Para avanzar en espacios educativos más inclusivos es imprescindible abordar este tema con un enfoque claro y preciso, evitando cualquier tipo de confusión que, a pesar de las buenas intenciones, pueda obstaculizar el logro de dicho objetivo. Este desafío se hace especialmente evidente a propósito de la conversación sobre desregulaciones emocionales y conductuales en los colegios.
El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que afecta principalmente la comunicación social, la interacción social y el comportamiento. Se considera un espectro porque puede variar en términos de gravedad y manifestación en diferentes individuos. Tiene una constelación de síntomas, los cuales pueden manifestarse en distintos grados de intensidad. En algunas ocasiones, estos síntomas pueden estar relacionados con un trastorno profundo de la conducta con síntomas centrales que lo definen.
La desregulación emocional y conductual (DEC), en tanto, no es un diagnóstico en sí misma, sino una característica que puede ser parte de distintas condiciones, incluido el TEA, y que se relaciona con la dificultad para expresar emociones o sensaciones de manera adaptativa.
Es en este punto donde debemos poner especial atención: no todos los niños TEA tienen desregulaciones y no todas las desregulaciones emocionales y conductuales ocurren en niños con TEA. Hay una correlación, pero ésta no implica una causalidad.
Los colegios tienen la obligación de implementar protocolos para las DEC, los cuales deben abordar situaciones de descontrol que pueden afectar a todos los estudiantes, ya sea aquellos que tienen TEA, otros diagnósticos o incluso aquellos que presenten episodios de desregulación sin un diagnóstico específico. En definitiva, los colegios deben estar preparados para prevenir y abordar las DEC porque afectan a los estudiantes que las padecen, así como a su entorno, sin que para ello sea necesario un diagnóstico que la explique.
En este sentido, documentos del tipo “protocolo para desregulaciones emocionales y conductuales de niños con TEA”, como ya hemos visto que se ha nombrado a este protocolo en algunos colegios, dejarían fuera a estudiantes que tienen la misma desregulación pero sin la condición TEA. Además, se estaría simplificando y reduciendo a los niños con TEA a una única característica, aunque es posible que la presenten, no es exclusiva de ellos.
Esto habla de la necesidad de que los colegios se capaciten en ambas temáticas (TEA y DEC) y su manejo, de manera de abordar adecuadamente la particularidad de cada niño y niña que tiene una desregulación, y avanzar hacia una educación más inclusiva, que se haga cargo de las individualidades y las necesidades que ellos representan.