Derecho preferente de los padres a educar a sus hijos y el respeto a la autonomía escolar, un equilibrio necesario

Un reciente proyecto de ley  ingresado al congreso busca consagrar el derecho de los padres para objetar contenidos o actividades educativas. Frente a ello, la pregunta por el equilibrio entre el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos y el respeto a la autonomía escolar parece pertinente. 

El derecho preferente de los padres a educar a sus hijos garantiza tanto su responsabilidad como su libertad para reproducir en la familia su propio sistema de valores y tradiciones. Pero el que los padres puedan objetar de manera indiscriminada cada aspecto de la educación impartida en el colegio, es no solo caótico como posibilidad, sino también contraproducente. 

La escuela es una institución vital para la sociedad, donde se promueve la formación de ciudadanos críticos, responsables y solidarios. La profesionalidad y autonomía del equipo docente y directivo del colegio son esenciales para cumplir con este propósito, que pone atención en el individuo pero también en su inserción en la sociedad. 

La escuela es un espacio de aprendizaje y de convivencia, donde se promueve la diversidad y se fomenta un ambiente propicio para el desarrollo integral de los estudiantes. Si los padres objetaran todo lo que hace el colegio, se vería comprometida la labor pedagógica, forzando a los docentes a satisfacer demandas individuales, a veces contradictorias entre sí, que podrían no estar alineadas con los objetivos educativos del establecimiento.

Entendiendo que la participación y la colaboración entre la familia y la escuela enriquece la experiencia educativa, esta participación debe ser respetuosa de la autonomía y profesionalidad del equipo docente y directivo del colegio, así como de los criterios pedagógicos y los objetivos educativos establecidos por el Estado.

La base de una relación armoniosa entre la familia y la escuela, es reconocer el ámbito de acción de cada una de las partes, así como los límites de esa acción, de manera que podamos garantizar el bienestar educativo de los niños y niñas. Para ellos es también parte de un proceso de aprendizaje pleno el comprender adecuadamente cómo funciona la relación entre individuos e instituciones, así como las adaptaciones mutuas que es necesario garantizar.